"El miércoles 9 de agosto de 1972 fue un día especial. Mis padres lo vivieron con ansiedad y con la misma ilusión del recuerdo de sus anteriores partos. No eran primíparos en eso de tener hijos y sabían muy bien lo que significaban la espera, las contracciones, pujar, respirar, epidural, pitocin, el dolor, querer que llegue ya, ese apretón de manos en medio del sudor en la frente, “aguanta, aguanta, ya viene”, y luego, escuchar ese llanto satisfactorio y refrescante que llega como un premio de montaña en plena carrera ciclística, ese preciado premio, envuelto en una manta, con los ojos aún cerrados, con 10 libras de peso y un corazón de frijol latiendo a toda velocidad era yo.
Tantos lunes y jueves, tantos marzos y abriles, pero fue un miércoles de agosto a las tres de la mañana en la Clínica del Rosario, en el centro de Medellín, que vio nacer al sexto hijo de esa familia. Mi familia. 1.577.836.800 segundos han tenido que pasar para estar escribiendo estas palabras sentado en una silla de otro aeropuerto de otra ciudad que no es la mía.
1.577.836.800 segundos que son en realidad cincuenta años, es decir, casi la mitad de una vida como se diría coloquialmente, solo que en este caso se trata de la mía propia. Una vida recorrida por caminos de piedras, autopistas, aire y nubes llenos de costales de alegría, tristeza, rabia, amargura, triunfos y derrotas, pero sobre todo de aprendizajes que han sabido a su manera formar mi carácter."